Así se despiden mis papás de mi desde que tengo uso de razón,
cuando me iba al parque a un partido, cuando me iba al colegio, cuando tenía un
examen en la universidad, cuando salía a alguna fiesta de publicistas (en esas
sí que necesitaba esas bendiciones, mil disculpas por eso papás), y lo siguen
haciendo ahora desde el otro lado del océano.
Mis padres son un par de personajes muy especiales que por especiales ya llegaron a sus 46 años
juntos. Son de dos regiones de Colombia totalmente diferentes, mi padre de
Boyacá, mi madre del Valle; mi padre del frío, mi madre del calor; mi padre de
la timidez, mi madre de la euforia; mi padre baila poco, mi madre baila todo;
mi padre es calma, mi madre es fiesta; mi padre es madrugador, mi madre es
dormilona... (mi padre se va a reir, mi madre me va a matar)... ; mi padre es
ejemplo, mi madre es alcahuetería; mi padre organiza el futuro, mi madre
desorganiza el presente; mi padre hace las cuentas, mi madre hace la comida... así son ellos, un par de opuestos que se aman
profundamente.
Caminan siempre de la mano, nunca los he visto pelearse, se
dan besos cada vez que pueden, se hacen caso mutuamente, a mitad de la comida
se intercambian los platos; y a la hora de cualquier decisión, dependiendo a
quién se le pregunte primero, siempre se van mirar entre sí para contestar “lo
que diga mi amor”. Le dicen a todo el mundo que sus hijos somos su orgullo,
pero en realidad ellos son el nuestro.
En junio de este año caminábamos los 3 por la avenida de los
Campos Elíseos en París, cumpliéndonos mutuamente un sueño, yo me quedé un poco
mientras sacaba mi teléfono para tomar una foto tipo “red social”, de esas que
se postean con el pretexto de mostrar un encuadre bonito, artístico; pero que
en realidad gritan: –no más les aviso
que estoy en París, eh!- , en fin foto, filtros, posteo y me dispongo a
alcanzarlos, los busco y de repente me encuentro con una de las metáforas más
hermosas que haya visto en mi vida...
Mi padre y mi madre de la mano (cómo más) caminando hacia el
Arco del Triunfo.
Ellos que lo han pasado todo, ellos que vienen del campo y
la piedra, ellos que surgieron de la nada, ellos que nos construyeron un todo a
partir de sueños y aire, ellos que han dado y dan muchísimo más de lo que
reciben, ellos que nos hicieron lo que somos,
ellos que inexplicablemente desde muy abajo nos pusieron muy arriba, ellos
que han renunciado a mucho, ellos que nos han aguatado tantos “hasta pronto”, ellos que de nacer en lugares que no estaban
en los mapas hoy tienen sus pasaportes llenos de sellos, visas, de lugares, de
hijos y de nietos; ellos que con su misma experiencia nos enseñaron que el
lugar al que se pertenece es ese en el que se es feliz, ellos que ya podrían
mirar hacia atrás y decirse mutuamente exactamente lo que dice su bolero preferido “Triunfamos”
... Ellos sonrientes y enamorados frente a mis ojos aguados
(cómo más) llegaban al Arco del Triunfo.
Será que ya sé lo que es ser padre, serán los años, será mi
confeso sentimentalismo, o será justamente porque son ellos, pero cuando mis
papás me dicen: “QUE MI DIOS ME LO BENDIGA”,
yo me siento realmente bendecido.
Feliz Aniversario Viejos, los amo.